Con la llegada de la Revolución
Industrial la jornada de trabajo en lugar de disminuir aumenta. El tiempo de
trabajo diario aumenta para hombres, mujeres y niños, hasta llegar, incluso, a
puntos agotadores.
Todo ello implica que las masas trabajadoras tomen
conciencia de esta situación e inicien un movimiento reivindicativo. Sus
objetivos se resumen en dos puntos: reducción de la jornada laboral y aumento
de los salarios.
Ello origina un proceso que persigue la disminución de las
horas de trabajo a través de medidas legislativas, mediante las cuales los
gobiernos establecen límites máximos a la jornada de producción. Una fecha
significativa es el año 1948, en la que la Asamblea de las Naciones Unidas
aprueba la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración
proclama en su artículo 24 “el derecho al disfrute del tiempo libre”.
Lo
interesante es resaltar la nueva dimensión que alcanza el ocio y el tiempo
libre en su acepción más moderna. Tanto en Grecia como en Roma, como en la Edad
Media y Renacimiento y el puritanismo inglés posterior, la actividad ociosa
tiene un significado claro que condiciona el empleo del tiempo dedicado a ella.
La valoración del ocio está en función del modo como se emplea.
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